Abre los ojos Alonso esta madrugada a la débil luz de un día nublado que el postigo casi hace noche. Se siente cansado y los huesos le crujen al incorporarse en ese ruido que oye cada mañana pero no ha de parar a escuchar ni atender.
Intuye que el ama y la sobrina le dieron algo en la cena con los palominos que en miércoles no tocan y que le sumió en el sueño pesado que hoy le carga y anoche le impidió leer esos papeles finos, crujientes y descosidos que son la guía de su vida. Alumbrado por un artilugio como un sol pequeño y brillante tal que el oro, pegado a la techumbre de su casa, aún la más cerrada y oscura noche se hace claro que le permite leer lances y proezas sucedidos en mundos que parecen tan lejanos. Pero también ha leído, y más aún, ha visto en unos dibujos tan perfectos como si él mismo estuviera dentro de ellos, infortunios, desdichas y fatalidades….
En su casa la tranquilidad se altera al soplar el viento por la cercanía de un extraño palo que llaman molino, tan gigante y desafiante, con ese sonido cuando habla moviendo demasiados brazos como tiene, que es como un chirrido que no entiende, pero fatiga su pensamiento, más, si cabe, cuando todos niegan oírlo.
Esta mañana ventosa y nublada el chirrido no cesa y Alonso sale de la casa, mira interrogante al gigante y por fin, alborozado, comprende su mensaje. Gigante y caballero se han encontrado como aliados. El destino del buen Hidalgo está lejos de estas tierras, todo aquello que cada noche ha leído no consiente hacer esperar al mundo con su tardanza en reparar agravios, en enmendar sinrazones, ha de emprender una nueva vida alcanzando justicias y libertades que él intuye que, esta vez sí, servirán a la república y los hombres, para honra propia y grandísima paz de su espíritu.
Regresa a su casa resuelto a llenar con lo poco que su alma necesita una vieja bolsa que llaman mochila y puede amarrar a sus enjutos hombros, además de cargarla en la silla del viejo Rocinante que una vez más le acompañará. Ha leído que hay rápidos caminos y carros por los que llegará a tantos reinos y encontrará tantas posadas que nada le ha de faltar a su cuerpo y disposición …¿nada?
Sabe a su pesar que ha de llevar un lastre que quisiera olvidar tanto como necesita recordar: el viejo libro cuyas letras casi se han perdido de tantas veces como sus manos han recorrido las páginas, pero conoce palabra a palabra, con el que aquel escritor, no sabe bien si quiso burlarse o, por contra, hermanarse para siempre con él en el afán de conquistar razón y honradez. Y esta vez no vendrás tú, Sancho, buen amigo, que no quiero llevar a tu alma sencilla tanto duelo como he de ver, ni hacerte afrontar aventuras que ya te advertí que no son de ínsulas sino de encrucijadas, de las que saldrías con las entrañas menos que compuestas.
……
Han pasado dos meses y tres días desde que abandoné mi casa en la Mancha junto al gigante disfrazado de molino, sabedor de mi misión. Aquel horizonte de tierras rojas y vides ha trocado una vez más en barrotes que me recluyen y encadenan por la sinrazón de los hombres.
No dejaron que liberara a aquellos hombres y mujeres desharrapados, de rostros oscuros, que se refugiaban de una guerra en su lejana patria, pero no querían vivir en ese campo cercado hacinados en moradas de plástico, sin agua para su sed, sin nombre para su tierra, sin esperanza para su libertad …
No dejaron que mandara a los alguaciles a rescatar a ese niño mendigo con los mismos ojos anhelantes de compasión del cuadro de la Iglesia del pueblo, esa criatura enferma de fiebre, sucio y hambriento. Aquellos hombres de su misma lengua extraña, zafios y mal encarados, lo arrancaron de mis brazos, me insultaron y escupieron porque ese niño, cuanto más enfermo y sucio, al parecer, más monedas les daba a ganar.
No gané la lucha desigual contra aquellos rufianes que daban a jóvenes alguna pócima que les hacía perder la cabeza en malos encantamientos..…¡yo, que bien sé que eso confunde aventura con ruina!
No quisieron entender mi estorbo al arma que mata solo por no creer en un mismo Dios, que si amor puede nacer entre moro y cristiano, como bien sabéis vos, Dulcinea mía, ¡a qué buscar sangre que tale las vidas! …
No quisieron entender mi batallla contra quienes viven sin esfuerzo, de palabrerías y mendacidades, mientras muchos otros hombres y mujeres, para ganar míseros sustentos, iban en la madrugada y volvían en la noche en aquella máquina endiablada y veloz bajo la tierra, leyendo y mirando la luz de un aparato extraño que todos llevan en su mano, que tocan continuamente, encantados seguramente también …
¡Yo que tanto blandí lanza y espada para defender la libertad y la justicia, vuelvo a salir mal parado por desenvainar esta vez solo la palabra en esa misma causa, pero nada me importa, pues nadie, en vida ni en mi muerte, dirá que me aparté por miedo!
………
Aquí nuevamente, traído por el buen cura y el bachiller Sansón Carrasco, estamos mi gigante amigo y yo, Don Quijote, una vez más de triste figura, deudor, sin embargo, de una última misión para sosiego y quietud de nuestras almas .
……..
Paró el aerogenerador ayer cortando su suministro. Alonso no estaba tan calmado como pensábamos. Hoy no tenemos luz, los focos del techo no lucirán para que lea los periódicos que tanto le trastornaban… Quizás así pueda no sentir, quizás pueda descansar en paz mientras sigue anhelando eternos sueños de libertad, justicia y razón.