La España Vacía

La  “España vacía” sí tiene notarios

  Durante los últimos meses nos hemos acostumbrado a hablar de la España vacía, de tantos pueblos que  sufren el abandono de sus habitantes. No es un proceso nuevo en la historia, -del campo a la ciudad-, pero sorprende su repetición cuando la revolución tecnológica parece hacer accesible todo, desde compras  a conocimientos a cualquier punto geográfico por lejano o aislado que esté.

 Entre las propuestas para revertir ese éxodo se habla de dotarlos de mejores servicios y buenas comunicaciones.

 Nosotros somos notarios y conocemos esta pérdida de población en primera persona, en la misma primera persona que los vecinos de esos pueblos, porque vivimos y trabajamos en ellos desde hace muchos muchos años, sin que esas plazas notariales hayan desaparecido, lo que, diría que es consecuencia de una forma de organización peculiar.

   La estructura del notariado español muestra cómo realizamos nuestra función de manera idéntica en toda España.  Siendo funcionarios, tenemos obligación de cubrir plazas vacantes donde quiera que estén, pero asumimos nosotros mismos los costes del establecimiento, lo que implica la necesaria eficacia económica: intentaremos adaptar los costes de nuestros despachos a su tamaño y nos esforzaremos en prestar el mejor servicio posible pues nuestra función se retribuye únicamente por los ciudadanos que hacen documentos- sin coste alguno para el Estado-.

  Como tales funcionarios, en los últimos tiempos los notarios cumplimos tareas que antes los ciudadanos tenían que hacer ellos por sí mismos o por intermediarios, algo que en municipios aislados y con pocos o ningún profesional ha supuesto evitarles viajes a la ciudad, gastos y facilitar el proceso documental que puede hacerse en la notaría de principio a fin casi en todos los documentos: cambios en la titularidad catastral, notificaciones a Ayuntamientos y Hacienda, declaraciones y pagos fiscales, inscripciones en registros …

Y así sucede en pueblos en toda España, cubriendo las casi 3.000 notarías que dan servicio a esos municipios y a otros limítrofes aún más pequeños a los que los notarios se desplazan con periodicidad semanal, quincenal, según las necesidades, para atender personalmente y en el sitio a los poquísimos habitantes, muchos de ellos muy mayores y  con dificultades de movilidad . Así es en todo el mapa español,  Península e Islas.

Y, ¿qué hacen estos notarios en esos lugares?

  Como exponía al principio, exactamente lo mismo que sus compañeros de Madrid,  Sevilla, Albacete o Murcia, solo que en las grandes ciudades lo hacen en un día en que con equipos de trabajo más o menos amplios pueden autorizar numerosos documentos mientras que en los pueblos hay mañanas en las que no entrará nadie, pero allí estará, con la puerta de su despacho abierta, el notario, un profesional tan cualificado en Barrax como en Madrid, bien solo o  si los costes se lo permiten, acompañado de un empleado.

  Podría pensarse que en esos pueblos se hacen solo cosas sencillas, como el médico rural, pero para lo importante, se va a la ciudad, al especialista, allí no te operan ni te pueden hacer una resonancia. No es así por varias razones: Una, externa, porque todas las notarías tienen el mismo nivel tecnológico, desde las de las grandes ciudades hasta los pueblos más pequeños y están interconectadas por medio de una red interna. Allí, siguiendo con la comparación, se puede hacer hasta una operación a corazón abierto o usar el último avance  robótico.

 Y otra razón es interna: hay unas herramientas comunes al notariado que son sus pilares: conocimiento amplio del Derechoque se aplica viendo y escuchando directamente a las personas;  la competencia que permite elegir notario, lo que sin duda, aumenta la eficacia y responsabilidad por su trabajo.

  La libre elección de notario es uno de los pilares de la eficacia. Los monopolios solo son buenos para quienes los tienen, pero nunca para los usuarios de los servicios que soportan costes mucho más altos y menor eficiencia manifestada en dilaciones o cambios de criterios a veces inexplicables en su perjuicio.

  El Notariado es un ejemplo de que cualquier prestación a los ciudadanos puede darse con eficacia en el más aislado de los pueblos, en nuestro caso con los parámetros de la función notarial, sin dejar huecos sin cobertura o con una cobertura limitada en ningún lugar mapa español , lo que a mi entender ayuda a vertebrar y dar cohesión a  una sociedad a la que se ofrecen los mismos servicios al mismo coste y con los mismos funcionarios en todo el país.

Extracto del post “Notarios en la España vacía” publicado el 4 de Febrero en la web Notaría Abierta.

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